Laura Delgado, Valentina Espinosa, Camila Fernandez, Jaime Guerra y Nayabet Morales; Castilian es el nombre creado para nosotros, el grupo número 3 encargados de hacer nuestra primera critica literaria. La Celestina, será nuestra primera-y quizás última- critica.

1 de diciembre de 2010

El mundo de la Celestina


El mundo de La celestina

Del anarquía y desastroso y desastroso gobierno de Enrique IV, ascendió al trono de castilla su hermana Isabel, conocida como "la Católica".
Ella, con singular talento y energía, ordeno y organizo el país en todos los aspectos y dio un gran impulso a la vida cultural (ciencias, artes y letras).

Durante su reinado, se reconquisto Granada - ultimo enclave musulmán -, se introdujo la imprenta, se reformo la inglesa española, se echaron las bases del futuro imperio, se publico la primera gramática de la lengua (Nebrija) y se descubrió América, "el mas grandioso acontecimiento desde la creación del mundo, con la sola excepción del nacimiento, muerte y resurrección de su Creador" , como escribió un cronista de la época.

España, sin romper totalmente con la edad media, se abrió el Renacimiento italiano. Esto significo un cambio en las costumbres y en la concepción del mundo y del hombre (cosmovisión). Todo esto lo vivió y lo capto con mucha agudeza el autor de "La Celestina".

En esta obra se mezcla, pues, lo medieval y lo renacentista. En breves palabras, diremos que lo primero se advierte en la presunta intención didáctico-moral, pese a ciertas escenas crudas y chistes de subido color, cosa que no es exclusiva de roja, que también se ve en obras anteriores.

Medievalismo hay también en ciertos rasgos comunitario de la sociedad que exhibe: Todos se conocen y entre algunos hay mucha solidaridad.
otro aspecto es el uso del lenguaje popular y los refranes.

los renacentista esta la franqueza y libertad para decirlo todo, lo que encandiló a muchos; la presencia de hedonismo o tendencia al placer, al goce de los sentidos, en oposición al ascetismo medieval; el individualismo egoísta y la importancia del dinero como factor condicionante de la vida. por otro lado, el autor tiene tendencia a usar un estilo ampuloso y recargado, especie de imitación del estilo elevado de los clásicos antiguos, a igual que un afán casi exagerado de recurrir a las citas eruditas, aun en momentos inoportunos

30 de noviembre de 2010

Para empezar, ¿Que es la critica literaria?

La Critica Literaria logo

¿QUÉ ES LA CRÍTICA LITERARIA?

   Antes de explicar lo que nosotros entendemos por crítica de la literatura, tendremos que decir unas palabras acerca de la literatura, o, más concretamente, acerca de las obras literarias. Una obra literaria se puede definir de muchas maneras. A mí me gusta, por económica, esta definición: una obra literaria es la concreción lingüística (concreción en forma de lenguaje) de una emoción, de una experiencia, de una imaginación, de una actitud ante el mundo, ante los hombres. Un cuento, un poema, una novela, etcétera, son obras literarias: convierten en lenguaje, digamos, la adoración de la belleza, la indignación por la injusticia individual o social, la fascinación por el misterio de la vida o por el misterio de la muerte, el sentimiento de serenidad o de terror o de melancolía dejado por cierta noche... (y esta enumeración podría seguir hasta el infinito).
Pues bien: así como el cuento, el poema, la novela, han convertido en lenguaje la experiencia del autor, así la crítica de ese cuento, de ese poema, de esa novela, convierte en lenguaje la experiencia dejada por su lectura. La crítica es la formulación de la experiencia del lector. Pone en palabras lo que se ha experimentado con la lectura.

¿Así de simple?
    Sí, sólo que esa simplicidad puede ser dificultosísima. Como la experiencia de la lectura es a veces sumamente complicada, hecha de elementos enormemente variados y complejos, ese poner en palabras se puede complicar hasta llegar a ser algo tan técnico o tan exigente como una filosofía o como un sistema científico. De hecho, los grandes críticos
literarios son tan raros como los grandes creadores literarios. Más raros aún, tal vez. La razón puede ser ésta: los medios de que se vale el creador literario son fundamentalmente irracionales, intuitivos, casi "fatales" (a veces se habla de "dones divinos"), mientras que los medios de que se vale el crítico son fundamentalmente racionales, discursivos, y por lo tanto se consiguen más por las vías del esfuerzo, de la disciplina y del estudio que por las vías gratuitas de la intuición. Por eso el crítico puede "formarse". Por eso hay incluso cátedras para la mejor preparación de los críticos literarios. (No se sabe, en cambio, de ningún verdadero creador literario que haya llegado a serlo a causa de que "se formó" siguiendo cursos de creación.) Tal vez nunca lleguemos a ser "grandes" críticos. Pero es un hecho que todos los lectores podemos hacernos críticos, y que todos los críticos podemos nacernos mejores críticos. Son metas que están a nuestro alcance. 

29 de noviembre de 2010

Un supuesto autor... Fernando de Rojas

Fernando de Rojas

Autor de la obra “La celestina”, aunque en una época se atribuyo la doble autoría. En el s.XIX, sin embargo, se llega a dudar de la existencia de Rojas, hasta que Serrano y Sanz (1902) y Del Valle Lersundi (1929) demuestran con documentos su existencia y su autoría.


Escritor, letrado, político y humanista español de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Escritor español, autor de La Celestina. Nació hacia el 1470 Fernando de Rojas procedía de una familia acomodada de judíos conversos de cuatro generaciones que fue perseguida por la Inquisición. Estudió derecho en Salamanca y, como todos lo estudiantes salmantinos de aquella época, debió de cursar tres años obligatorios en la Facultad de Artes, por lo que seguramente conoció los clásicos latinos y la filosofía griega. En posesión del título de bachiller en Leyes, para el que tuvo que estudiar nueve o diez años, comenzó a ejercer como abogado en Talavera, de donde llegó a ser alcalde.Se casó con Leonor Álvarez de Montalván y tuvieron varios hijos. De estos datos se puede deducir que Rojas vive sin problemas como hombre de negocios y como jurista, lo que desmonta el tópico de un Rojas angustiado y preocupado por su sangre de converso.


Lo curioso es que, tras el éxito de La Celestina, no volvió, que se sepa, a escribir ninguna obra más, y ni siquiera ésta fue una obra de la que él se sintiera especialmente orgulloso: a su muerte sólo cita un ejemplar en su biblioteca, y el mayor de sus hijos no lo quiso para sí, porque el valor del mismo era entonces de "diez maravedís", el equivalente a medio pollo. Murió el año de 1541 sin hacer la menor alusión a su obra -que pronto se conoció como La Celestina-. Se discute que su situación haya sido la que se suele esperar en un converso, es decir, la de alguien acosado por una sociedad cruel. Su testamento refleja el estado de un hombre respetado y dotado de un considerable patrimonio. En todos los procesos de hidalguía en el que se le relacionó, fue considerado y declarado como "hidalgo viejo y conocido", por lo que habría que rechazar las teorías que lo sitúan en el seno de una familia de judíos conversos.

No se le conocen a Fernando de Rojas más obras de su autoría. Su contacto con el nuevo pensamiento se produciría en la Universidad de Salamanca, que a finales del siglo XV se abre a las corrientes del Humanismo italiano y del Nominalismo parisino y recibe la visita de conocidas figuras de la nueva dialéctica prerrenacentista.




Obra de Fernando de Rojas


En pocos casos una obra única ha proporcionado a su autor el reconocimiento universal. Este es el caso de Fernando de Rojas con La Celestina.
La obra ya había circulado manuscrita antes de ser impresa en 1499, bajo el título de "Comedia de Calisto y Melibea" y reimpresa en 1500 con la denominación "Tragicomedia de Calisto y Melibea".

Curiosamente no se halló ningún ejemplar de "La Celestina" en el catálogo de obras de la biblioteca personal de Fernando de Rojas.
El estilo literario de Fernando de Rojas ha de centrarse pues en su obra única y plenaria.

"La Celestina" denota una clara contraposición de lenguajes: por un lado la lengua culta y colmada de cultismos y fenómenos léxicos más cercanos a la raíz grecolatina, utilizada por los personajes de alta alcurnia: Calisto, Melibea, Alisa, Pleberio; por otro lado, la jerga procaz resabiada de populismos utilizada por el personaje central de la comedia, Celestina, así como por los criados Sempronio y Pármeno, o por las prostitutas Elicia y Areúsa. Este lenguaje cobra tintes humorísticos muy populistas en determinadas ocasiones: así, las intervenciones del personaje rufián que es Centurio están colmadas de construcciones e ingenios destinados a entretener y provocar la hilaridad del público. En fin, en La Celestina se muestra en todo su esplendor la naturaleza y variación del lenguaje castellano o español.





Todo lo dicho no puede hacernos olvidar que Fernando de Rojas pretendía una finalidad didáctica o moral con su obra. En efecto, quería corregir el vicio de los jóvenes de dejarse llevar por sus impulsos amorosos sin atender a las razones y consejos de los padres, así como castigar a todos aquellos que se dejan llevar por los consejos y prosapias de terceros ajenos a una relación, los alcahuetes o las alcahuetas.

28 de noviembre de 2010

Reseña


Reseña de La celestina


   Obra que narra la vida de dos muchachos unidos por el amor y con la complicidad de una calculadora mujer llamada Celestina.
La historia tiene lugar en el huerto de Melibea en donde Calisto acude para declararle su profundo amor a la jove, sin embargo en ese primer encuentro ella lo rechaza por lo cual debe muy acongojado abandonar el lugar. Sempronio uno de su criados al ver la tristeza de su amo,le aconseja acudir a donde una anciana mujer que seguramente podría ayudarlo, acto seguido el criado es enviado a la casa de Celestina.

El trabajo de Celestina comienza con la invocación del demonio para conquistar el corazón de Melibea a favor de Calisto, posteriormente se dirige a la casa de la jóven con el pretexto de venderle unos hilos, allí con adulaciones se gana su confianza y de forma fingidamente espontánea le habla de un interesante joven que vive en las inmediaciones del lugar llamado Calisto.
Aunque en principio se enoja con Celestina deseando echarla, ésta le dice que el muchacho tiene un insoportable dolor de muela y que necesita un cordón que la joven tiene para sanarlo, ingenuemente Melibea se lo entrega sin discernir lo que vendría despues.
Celestina da el cordón a Calisto y este en compensación le entrega ropa. Días después estando en casa de Celestina, se presenta lucrecia la criada de Melibea afirmando que su ama desaba concertar una cita con el joven Calisto. Los hechos subsiguientes dejarían ver una avara mujer (Celestina) que se aferra al acuerdo con Calisto, hombre muy rico al que no le permite compartir los beneficios de su labor con su socio sus socios Pármeno y Sempronio.
Desde entonces el amor romántico que rodeaba el idilio entre Calisto y Melibea adquiere un caràcter puramente carnal, el embrujo empezaba a desvanecerse.
Pármeno y Sempronio asesinan a la ambiciosa Celestina, pero los gritos de una testigo presencial de crimen alertan a la policia y aunque intentan darse a la fuga son atrapados y sentenciados a la decapitacion por homicidio agravado.
El final resulta mas inconcebible que el curso de la historia, una de las noches en que Calisto y Melibea se citaron hubo una riña entre dos de los nuevos criados de Calisto, Calisto que estaba en lo alto de una tapia se asusta por el evento y accidentalmente cae y fallece, Melibea no puede tolerar la perdida y se suicida.

27 de noviembre de 2010

Critica hacia La Celestina

Critica de La celestina

   Acabamos de terminar La Celestina, y debemos decir que nos ha impresionado sobremanera. Al acabar La Celestina, lo primero que pensamos fue: “Vaya libro más bueno”. Una escritura adaptada al castellano actual hace que la lectura sea bastante fluida, dejando ver en cada frase la personalidad de cada personaje. Lleno de notas aclaratorias al margen, que se antojan innecesarias, puesto que, como ya dije, es una lectura muy amena.


   De igual modo que desaconsejamos otros libros por complicados(por ejemplo: Hernan Rivera), este me siento en la obligación de aconsejarlo, pues toda la fama que tiene de bueno, créanme cuando les digo que está bien ganada.


   Nos encontramos con dos jóvenes de familias acomodadas, sin ser de un gran grado de nobleza y linaje, pero algo por encima de los hidalgos: Calisto y Melibea.


   Calisto anda locamente enamorado de la joven, que en un principio (y tal y como dictaban los “procedimientos” de cortejo de la época) le rechaza de plano, para que el siga intentando conquistarla y ella, poco a poco, vaya dejando abrir su corazón. Esto no es entendido por Calisto y piensa que la joven Melibea es inalcanzable para él y cree caer en la “enfermedad” del amor. Uno de sus sirvientes; Sempronio (los nombres quizá sea lo más difícil de la obra, por enrevesados) le aconseja comprar los servicios de una vieja alcahueta de la zona, que se cree que está versada en el arte de la brujería, pues ha conseguido “convencer” a más de una moza en casos similares. Es una mujer, que como se dice a lo largo de la obra, “da y quita virgos” con una facilidad casi insultante.


Cierro esta entrada recordando que es una obra que todos los que aprecian la literatura deberían leer.

Contextualizandose con la Celestina


Prólogo La celestina


   Todas las cosas ser criadas a manera de contienda o batalla, dice aquel gran sabio Heráclito en este modo: «Omnia secundum litem fiunt».1Sentencia, a mi ver, digna de perpetua y recordable memoria. E como sea cierto que toda palabra del hombre sciente2 está preñada, desta se puede decir que de muy hinchada y llena quiere reventar, echando de sí tan crecidos ramos y hojas que del menor pimpollo se sacaría harto fruto entre personas discretas. Pero como mi pobre saber no baste a más de roer sus secas cortezas de los dichos de aquellos que, por claror de sus ingenios, merecieron ser aprobados; con lo poco que de allí alcanzare, satisfaré al propósito deste perbreve3 prólogo. Hallé esta sentencia corroborada por aquel gran orador e poeta laureado Francisco Petrarca, diciendo: «Sine lite atque offensione nihil genuit natura parens» («Sin lid e ofensión ninguna cosa engendró la Natura, madre de todo.»). Dice más adelante: «Sic est enim, et sic propemodum universa testantur: rapido stellæ obviant firmamento; contraria inuicem elementa confligunt; terræ tremunt; maria fluctuant; aer quatitur; crepant flammæ; bellum immortale venti gerunt; tempora temporibus concertant; secum singula nobiscum omnia». Que quiere decir: «En verdad así es, e así todas las cosas desto dan testimonio: las estrellas se encuentran en el arrebatado4 firmamento del cielo; los adversos elementos unos con otros rompen pelea; tremen las tierras; ondean los mares; el aire se sacude; suenan las llamas; los vientos entre sí traen perpetua guerra; los tiempos con tiempos contienden e litigan entre sí, uno a uno e todos contra nosotros.» El verano vemos que nos aqueja con calor demasiado; el invierno, con frío y aspereza; así que esto nos parece revolución temporal. Esto con que nos sostenemos, esto con que nos criamos e vivimos, si comienza a ensoberbecerse más de lo acostumbrado, no es sino guerra. E cuánto se ha de temer, manifiéstase por los grandes terremotos e torbellinos, por los naufragios e incendios, así celestiales como terrenales; por la fuerza de los aguaduchos, por aquel bramar de truenos, por aquel temeroso ímpetu de rayos, aquellos cursos e recursos7 de las nubes; de cuyos abiertos movimientos, para saber la secreta causa de que proceden, no es menor la disensión de los filósofos en las escuelas que de las ondas en la mar.




Pues entre los animales ningún género carece de guerra: peces, fieras, aves, serpientes... de lo cual todo, una especie a otra persigue. El león al lobo; el lobo, la cabra; el perro, la liebre; e, si no pareciese conseja de tras el fuego, yo llegaría más al cabo esta cuenta. El elefante, animal tan poderoso e fuerte, se espanta e huye de la vista de un suciuelo ratón, e aun de sólo oírle toma gran temor. Entre las serpientes, el bajarisco crió la Natura tan ponzoñoso e conquistador de todas las otras que con su silbo las asombra e con su venida las ahuyenta e disparce, con su vista las mata. La víbora, reptilia o serpiente enconada, al tiempo del concebir, por la boca de la hembra metida la cabeza del macho, y ella, con el gran dulzor, apriétale tanto que le mata; e, quedando preñada, el primer hijo rompe las ijares12 de la madre, por do todos salen y ella muerta queda y él casi como vengador de la paterna muerte. ¿Qué mayor lid, qué mayor conquista ni guerra que engendrar en su cuerpo quien coma sus entrañas?


Pues no menos disensiones naturales creemos haber en los pescados; pues es cosa cierta gozar la mar de tantas formas de peces, cuantas la tierra y el aire cría de aves e animalias, e muchas más. Aristóteles e Plinio cuentan maravillas de un pequeño pez llamado «echeneis»,13 cuánto sea apta su propiedad para diversos géneros de lides. Especialmente tiene una: que si llega a una nao o carraca14 la detiene, que no se puede menear, aunque vaya muy recio por las aguas; de lo cual hace Lucano mención, diciendo: «Non puppim retinens, Euro tendente rudentes, In mediis Echeneis aquis.» («No falta allí el pez dicho Echeneis, que detiene las fustas, cuando el viento Euro extiende las cuerdas en medio de la mar».) ¡Oh natural contienda, digna de admiración: poder más un pequeño pez que un gran navío con toda la fuerza de los vientos!


Pues si discurrimos por las aves e por sus menudas enemistades, bien afirmaremos ser todas las cosas criadas a manera de contienda. Las más viven de rapiña, como halcones e águilas e gavilanes. Hasta los groseros milanos insultan dentro en nuestras moradas los domésticos pollos e debajo las alas de sus madres los vienen a cazar. De una ave llamada «rocho», que nace en el índico mar de Oriente, se dice ser de grandeza jamás oída e que lleva sobre su pico hasta las nubes, no sólo un hombre o diez, pero un navío cargado de todas sus jarcias e gente; e como los míseros navegantes estén así suspensos en el aire, con el meneo de su vuelo caen e reciben crueles muertes.


¿Pues qué diremos entre los hombres a quien todo lo sobredicho es sujeto? ¿Quién explanará sus guerras, sus enemistades, sus envidias, sus aceleramientos e movimientos e descontentamientos? ¿Aquel mudar de trajes, aquel derribar e renovar edificios, e otros muchos afectos diversos e variedades que desta nuestra flaca humanidad nos provienen?E pues es antigua querella e suscitada de largos tiempos, no quiero maravillarme si esta presente obra ha sido instrumento de lid o contienda a sus lectores para ponerlos en diferencias, dando cada uno sentencia sobre ella a sabor de su voluntad. Unos decían que era prolija; otros, breve; otros, agradable; otros, oscura... de manera que cortarla a medida de tantas e tan diferentes condiciones a sólo Dios pertenece. Mayormente pues ella, con todas las otras cosas que al mundo son, va debajo de la bandera desta notable sentencia; que aun la misma vida de los hombres, si bien lo miramos, desde la primera edad hasta que blanquean las canas, es batalla. Los niños con los juegos, los mozos con las letras, los mancebos con los deleites, los viejos con mil especies de enfermedades pelean, y estos papeles con todas las edades: la primera los borra e rompe; la segunda no los sabe bien leer; la tercera, que es la alegre juventud y mancebía, discorda. Unos les roen los huesos que no tienen virtud, que es la historia toda junta, no aprovechándose de las particularidades haciendo la cuenta de camino; otros pican los donaires y refranes comunes, loándolos con toda atención, dejando pasar por alto lo que hace más al caso e utilidad suya. Pero aquellos para cuyo verdadero placer es todo, desechan el cuento de la historia para contar, coligen la suma para su provecho, ríen lo donoso, las sentencias e dichos de filósofos guardan en su memoria para trasponer en lugares convenibles a sus actos e propósitos. Así que cuando diez personas se juntaren a oír esta comedia, en quien quepa esta diferencia de condiciones como suele acaecer, ¿quién negará que haya contienda en cosa que de tantas maneras se entienda? Que aun los impresores han dado sus punturas, poniendo rúbricas o sumarios al principio de cada acto, narrando en breve lo que dentro contenía: una cosa bien excusada, según lo que los antiguos escritores usaron. Otros han litigado sobre el nombre, diciendo que no se había de llamar «comedia», pues acababa en tristeza, sino que se llamase «tragedia». El primer autor quiso darle denominación del principio, que fue placer, e llamóla comedia. Yo, viendo estas discordias, entre estos extremos partí agora por medio la porfía e llaméla «tragicomedia». Así que viendo estas contiendas, estos dísonos e varios juicios, miré a dónde la mayor parte acostaba5 e hallé que querían que se alargase en el proceso de su deleite destos amantes, sobre lo cual fui muy importunado. De manera que acordé, aunque contra mi voluntad, meter segunda vez la pluma en tan extraña labor e tan ajena de mi facultad, hurtando algunos ratos a mi principal estudio, con otras horas destinadas para recreación; puesto queno han de faltar nuevos detractores a la nueva adición.